Denominamos “Sistema Monetario Internacional” al conjunto de normas que regulan los cobros y pagos que se producen en las transacciones comerciales y financieras a nivel internacional. Estas normas, plasmadas generalmente en convenios internacionales, permiten que el tráfico mercantil entre diferentes países y con diferentes monedas se desarrolle con liquidez, fluidez y seguridad entre las partes.
El comercio internacional, con la utilización de diferentes monedas, es tan antiguo como la propia historia de la humanidad. Puesto que cada pueblo políticamente organizado ha tendido a mantener su propia moneda, el intercambio de bienes entre diferentes Reinos, Estados o Naciones siempre ha requerido la necesidad de establecer una valoración adecuada.
Si bien nunca ha existido una única moneda internacional, el oro ha funcionado desde la antigüedad como principal moneda mundialmente admitida, junto con la plata en menor medida.
Pero la historia formal del Sistema Monetario Internacional se inicia en el año 1880 con la adopción del “Patrón Oro”. Este sistema fue teoriazado por David Hume en 1752. Su funcionamiento supone que:
- cuando un país A incurre en déficit comercial con otro país B, el oro de la economía A será trasladado hacia la economía B.
- Ello implica que la oferta monetaria de oro en A disminuya, por lo que sus precios también disminuirán (“ceteris paribus”, si con menos oro en el país hay los mismos bienes, el precio relativo de cada bien disminuye de valor).
- Por el contrario, en la economía B habrá mayor oferta monetaria, derivando en un aumento de sus precios. (“ceteris paribus”, si con más oro en el país hay los mismos bienes, el precio relativo de cada bien aumenta de valor).
- Estos cambios conllevan que los productos de A se abaratan en los mercados internacionales mientras que los de B se encarecen.
- Consecuentemente, el país A aumentará sus exportaciones (por volverse más “barato” para el resto de países) y el país B disminuirá las propias (por volverse más “caro” para el resto de países), haciendo que los flujos de oro se reviertan y que, teóricamente, se llegue a un punto de equilibrio en las ofertas monetarias de ambas economías.
En este sistema todos los billetes emitidos como dinero de curso legal eran cambiables directamente por la cantidad en oro que representaban en cualquier momento, lo cual implicaba que los Estados y Bancos Centrales emisores del dinero en billetes estaban obligados a tener un coeficiente de caja del 100%, garantizando con oro todo el dinero emitido. Siendo Robert Peel el Primer Ministro de Reino Unido se aprobó en 1844 la Ley de Banca, conocida después como Ley de Peel, que obligaba a las entidades bancarias a conservar en oro un coeficiente de caja del 100 % del dinero recibido.
Más tarde, en la Conferencia de Génova de 1922 se alcanzó un acuerdo internacional para abandonar el tradicional Patrón Oro, por el cuál todas las monedas eran convertibles en oro, sustituyéndose por el Patrón Cambio de Oro. Con este nuevo modelo solo el dólar y la libra esterlina eran directamente convertibles en oro, quedando el resto de monedas con una relación de cambio con la libra esterlina o el dólar.
Posteriormente, tras la recesión económica iniciada por el gran Crack de 1929 y durante el período de entreguerras, el sistema de Patrón de Cambio Oro dejó de utilizarse entre los países. En este escenario los grandes gobiernos comenzaron a emitir una gran cantidad de deuda pública para financiar programas públicos, y para financiar su actuación en la Guerra.
Tras las segunda guerra mundial los gobiernos de las grandes naciones volvieron a reunirse en 1944 en la conferencia de Bretton Woods, que buscando seguir flexibilizando las monedas para dar lugar a más deuda pública y a mayores expansiones crediticias bancarias, decidió que solo el Dólar serían convertible en oro, siendo el resto de divisas a su vez convertibles en dólares.
Se creó por los acuerdos de Bretton Woods el organismo denominado Fondo Monetario Internacional, con el objetivo de crear estabilidad monetaria y eliminar las restricciones de cambio que en su opinión dificultaban el comercio internacional. El valor de cada moneda se expreó en cantidades fijas de oro, y la base del sistema era la convertibilidad del dólar de Estados Unidos en oro a un tipo de 35 dólares la onza. El dólar se convertía en la moneda estándar internacional.
Sin embargo, en las décadas siguientes la presión de los gobiernos, que se veían constreñidos en sus políticas de gasto expansivo, desencadenó finalmente el abandono de este sistema de tipo de cambios fijo. Finalmente, el 15 de agosto de 1971 el Presidente Richad M. Nixon decreto que el Dólar dejaba de ser convertible en oro, ante la presión de flujos externos de capital y su deseo de ampliar el déficit comercial. En 1972 el gobierno de Reino Unido decretó también la libre flotación del valor de la Libra esterlina.
Definitivamente en 1973 se rompió el acuerdo de Bretton Woods y los tipos de cambio entre las monedas pasaron a ser flotantes. A día de hoy por regla general las monedas fluctúan libremente, salvo en algunos países (como China) mantienen restringida la fluctuación de sus monedas en una banda de valores determinada.
En el sistema de libre flotación, cada Banco Central emite la moneda que estima oportuna, sin ceñirse al patrón oro ni a un coeficiente de caja (ha día de hoy el coeficiente de caja exigido a los Bancos en la Zona Euro es del 2 % para los depósitos a menos de dos años, y del 0 % para pasivos de más largo plazo).
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