El coste de financiación de las empresas, también conocido por sus siglas en inglés WACC (Weighted Average Cost of Capital) es el coste promedio que tiene la compañía como resultado del coste de financiación de los fondos propios (Equity o capital social, por la retribución exigida por los accionistas) y del coste de financiación de los fondos ajenos (por el tipo de interés exigido por los acreedores financieros y prestamistas).
Un coste muy alto lastraría la rentabilidad de la compañía y podría derivar incluso en su quiebra por incapacidad de acceder a la financiación.
Existen diversas claves para reducir el coste de financiación. Dado que el WACC como hemos visto es una media ponderada del coste de los fondos propios y del coste de los fondos ajenos, las medidas para reducir el mismo se dividen igualmente en dos partes bien diferenciadas:
- Reducir el coste de financiación de los fondos propios.
- Reducir el coste de financiación de los fondos ajenos.
Respecto del primer punto, existen fundamentalmente dos vías:
1.a) Reducir el dividendo. En la medida en que la compañía destine un menor porcentaje de beneficios a retribuir a sus accionistas, dicho importe podrá ser destinado a reservas, ampliando los capitales propios para financiar la actividad e inversiones de la compañía. Esta medida merma la rentabilidad de los inversores, por lo que debería consensuarse por la Junta de Accionistas, y el equipo de dirección debería explicar correctamente a qué se van a dedicar los beneficios no repartidos. Esta medida es también habitual cuando la compañía tiene dificultades para financiarse con fondos ajenos, es decir, si no obtiene otra financiación recurre a sus propios beneficios (autofinanciación) en detrimento del accionista. También es habitual en compañías de reciente creación y en crecimiento.
1.b) Ampliar el capital. Si la medida anterior implicaba reducir la retribución a los accionistas, esta medida implica requerir financiación por parte de ellos. Para la compañía, estos nuevos fondos derivados de una ampliación de capital no implican un coste directo, dado que no existe una obligatoriedad de reembolsar el capital social. Y le permite por tanto acometer nuevas inversiones en el activo fijo o circulante sin incrementar sus costes financieros. También cabe realizar una ampliación con
Estas dos medidas no serán posibles sin la confianza de los accionistas en los proyectos de la empresa, por lo que repetimos que el equipo directivo tendrá que dar buena cuenta de su correcta gestión.
Y respecto del segundo punto, indicaremos igualmente dos vías fundamentales:
2.a) Trasladar la financiación al largo plazo: El coste de los créditos bancarios a corto plazo tiende a ser superior, ya que el cuadro de amortización es más exigente. Es decir, si hay menos tiempo para reembolsar el crédito o préstamo, es mayor la probabilidad de que el negocio aborde problemas para su devolución, y ello encarece el tipo de interés. En tanto que se pueda derivar financiación del corto al largo plazo tenderá a reducirse dicho tipo de interés exigido por el banco o entidad prestamista. Por ejemplo, un préstamo para comprar una maquinaria que tardará al menos tres años en optimizar su función dentro de la cadena de producción no debería financiarse con un préstamo, crédito o renting de plazo inferior a tres años, sino en un plazo de unos cuatro años, para que el retorno de la inversión pueda contribuir correctamente a amortizar la inversión. Al estar contemplado el retorno de la inversión en el plazo de amortización crediticia, el Banco o prestamista podrá reducir el interés exigido al ser inferior la prima de riesgo.
2.b) Reforzar garantías en la financiación: cuantas mayores garantías aporte la empresa a sus acreedores financieros externos en cada operación, menor tenderá a ser la prima de riesgo de las operaciones y por lo tanto menor será el tipo de interés de préstamos y créditos, reduciendo el coste de financiación. Principalmente se contemplan dos tipos de garantías, las reales y las personales. Mientras que en el caso de la garantía real se aporta al préstamo o crédito un bien mueble o inmueble de la compañía en garantía de la correcta devolución, en el caso de la garantía personal es el empresario el que avala con su patrimonio personal dicha devolución. Un ejemplo típico de garantía con bien inmueble es la constitución de una hipoteca sobre un edificio o nave industrial, mientras que un ejemplo de garantía mobiliaria (bien mueble) lo constituye la prenda o la reserva de dominio sobre los vehículos de la compañía.
Finalmente debemos indicar que, con la implementación de estas medidas y reduciendo el coste de financiación o WAAC, la compañía se volverá más atractiva para los potenciales inversores, lo cual genera un circulo virtuoso ya que contribuirá a seguir reduciendo dicho coste vía nuevas aportaciones de capital.
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